Diego se llevó la mano a la frente, desesperado.
Alejandro siguió, hundiéndose más con cada frase.
—Ha estado bajo mucha presión —añadió—. Y hay personas a su alrededor, incluida su madre, que la han manipulado y la han puesto en mi contra.
No puedo hablar de todo en público, pero…
Los comentarios empezaron a explotar en la pantalla:
«¿Está culpando a una mujer embarazada?»
«Gaslighting en directo.»
«Se acabó para este tío.»
La emisión duró cinco minutos.
Pero bastó.
En cuestión de minutos, los fragmentos del vídeo se compartían por todas partes.
Sus palabras se convirtieron en prueba de su soberbia.
Diego rompió el silencio.
—Ha sido lo peor que podías hacer.
Alejandro golpeó el móvil contra la mesa.
—No entiendes nada. La gente olvida. La opinión pública es volátil. Solo tengo que recordarles quién soy.
La voz de Diego se endureció.
—Ya saben quién eres. Ese es el problema.
Horas después, Alejandro entró en la sala de reuniones de la sede central de Llorente Grupo.
La mesa de madera brillaba bajo las luces.
Los miembros del consejo, que antes lo miraban con admiración, evitaban ahora sus ojos.
La silla de la cabecera estaba vacía.
El presidente del consejo carraspeó.
—Señor Llorente, hemos revisado las imágenes y su declaración pública. La empresa no puede sobrevivir a este tipo de escándalo.
Con efecto inmediato, queda suspendido de todas sus funciones ejecutivas mientras se investiga su conducta.
A Alejandro se le secó la boca.
—No pueden hacerme esto —dijo, alzando la voz—. Esta es mi empresa.
—Lo era —corrigió el presidente, sin alterar el tono—. Hasta que sus acciones la pusieron en peligro.
La reunión terminó sin aplausos, sin manos tendidas, sin una sola palabra de consuelo.
Alejandro salió al pasillo, donde lo esperaba una muralla de cámaras.
Los periodistas le gritaron preguntas:
—¿Es cierto que la jueza es su suegra?
—¿Va a dimitir definitivamente?
—¿Se declara culpable de la agresión?
No contestó.
Por primera vez, no encontró ninguna frase lista, ninguna sonrisa que funcionara.
Los micrófonos lo siguieron hasta que las puertas del ascensor se cerraron.
Mientras bajaba, los espejos de la cabina le devolvieron la imagen de un hombre que ya no reconocía.
Intentó repetirse que todo era culpa de Clara, que ella lo había provocado.
Pero ni siquiera su reflejo pareció creerle.
Y mientras él descendía, Clara se preparaba para subir, en otro ascensor, hacia una pequeña sala del juzgado donde, por primera vez, contaría su historia sin bajar la mirada.
El día después del escándalo, Clara no volvió al juzgado.
Volvió al hospital.
El pitido suave del monitor fetal llenaba la habitación, marcando el latido pequeño y firme del bebé. La luz blanca del techo hacía brillar las sábanas, y el olor a desinfectante se mezclaba con el del jabón de manos.
La doctora Álvarez ajustó las correas del monitor y sonrió con calma.
—El corazón del bebé está fuerte —dijo—. Estás bien, Clara.
Clara soltó el aire despacio.
—Tenía miedo —admitió—. Con todo lo que pasó en el juzgado, no he dormido. Pensaba en el estrés, en si podía hacerle daño.
La doctora negó con la cabeza.
—La tensión te afecta, claro, pero ahora tu tensión está bajando y el bebé está estable. Lo que más necesitas es descanso… y sentirte segura.
Segura.
Qué palabra tan rara para ella.
Durante meses, su vida había sido miedo: miedo a enfadar a Alejandro, miedo a los gritos, miedo a lo que pasaría si se iba.
Por primera vez, podía imaginar algo distinto.
La puerta se abrió despacio.
Entró Teresa Morales, ya sin toga, con un traje gris y una carpeta bajo el brazo.
—Tengo buenas noticias —dijo, sentándose a su lado—. El hospital ha aceptado poner vigilancia extra en esta planta. Nadie entra aquí sin autorización. No tendrás que preocuparte de que él aparezca por la puerta.
Los ojos de Clara se agrandaron.
—No se atrevería, después de lo que pasó —murmuró, dudando.
—Se ha atrevido a muchas cosas —respondió Teresa, seria—. No vamos a darle otra oportunidad.
Abrió la carpeta. Había informes médicos y formularios de la policía.
Haz clic en el botón de abajo para leer la siguiente parte de la historia. ⏬⏬






